Trilce es el más conocido poemario del poeta peruano César vallejo, obra considerada una de las más importantes de la Vanguardia poética en la lengua española.

Setenta y siete poemas sin títulos y solo nombrados bajo números romanos son los que componen este poemario que Vallejo escribió desde 1918 hasta 1922.

cesar vallejo
trilce

La versión impresa de esta obra constaba de 121 páginas de texto y tuvo un tiraje de 200 ejemplares, que se vendieron a tres soles cada uno. Aquí te dejamos algunos de los poemas:

** I**

Quién hace tanta bulla y ni deja
Testar las islas que van quedando.

  Un poco más de consideración  

en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea
que brinda sin querer,
en el insular corazón,
salobre alcatraz, a cada hialóidea
grupada.

  Un poco más de consideración,  

y el mantillo líquido, seis de la tarde
DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES.

    Y la península párase  

por la espalda, abozaleada, impertérrita
en la línea mortal del equilibrio.

VII

Rumbé sin novedad por la veteada calle
que yo me sé. Todo sin novedad,
de veras. Y fondeé hacia cosas así,
y fui pasado.

  Doblé la calle por la que raras  

veces se pasa con bien, salida
heroica por la herida de aquella
esquina viva, nada a medias.

  Son los grandores,  

el grito aquel, la claridad de careo,
la barreta sumersa en su función de
¡ya!

  Cuando la calle está ojerosa de puertas,  

y pregona desde descalzos atriles
trasmañanar las salvas en los dobles.

  Ahora hormigas minuteras  

se adentran dulzoradas, dormitadas, apenas
dispuestas, y se baldan,
quemadas pólvoras, altos de a 1921.

XIX

A trastear, Hélpide dulce, escampas,
cómo quedamos de tan quedarnos.

  Hoy vienes apenas me he levantado.  

El establo está divinamente meado
y excrementido por la vaca inocente
y el inocente asno y el gallo inocente.

  Penetra en la maría ecuménica.  

Oh sangabriel, haz que conciba el alma,
el sin luz amor, el sin cielo,
lo más piedra, lo más nada,
hasta la ilusión monarca.

  Quemaremos todas las naves!  

Quemaremos la última esencia!

  Mas si se ha de sufrir de mito a mito,  

y a hablarme llegas masticando hielo,
mastiquemos brasas,
ya no hay dónde bajar,
ya no hay dónde subir.

  Se ha puesto el gallo incierto, hombre.
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