Columna de Eduardo
Godoy
Foto: Referencial

Estabamos locos por hacerlo. Nuestras incontroladas ganas nos llevaron a lugares extremadamente raros, entre ellos un cuartito abandonado en el edificio donde ella vivia en ese entonces.

El cuartito parecia un almacen, aunque tambien parecia un baño. Era un poco de ambas cosas. Ahi dentro guardaban herramientas de recambio, algunas cajas, bolsas, un lavadero viejo y un water que nunca se utlizaba.

La primera vez que entramos fue porque estabamos locos por hacer el amor y no sabiamos donde hacerlo. Lo intentamos en la escalera, pero no funciono. No se podia, era muy incomodo, por eso entramos al cuartito, porque era el lugar perfecto para nuestro momento de intimidad.

Recuerdo que ese dia estabamos muy calientes, dispuestos hacer cualquier cosa con tal de acabar con las desesperadas ganas de desnudarnos, de sentirnos cerca, piel a piel, agitandonos con locura desenfrenada. Intentamos entrar al cuartito, ese lugar chiquito que siempre paraba vacio, pero entramos con miedo, quiza por nuestra timidez e inexperiencia. Yo me encontraba asustado, muy asustado, pero no me importo. Mis ganas por hacerlo podian mas que mi miedo.

Adentro y con la puerta cerrada, empezamos a tocarnos, a meter nuestras manos dentro de nuestras ropas, a desajustarnos la correa. Ella frotaba mi cuerpo y paseaba su mano dentro de mi boxer; yo acariciaba su sexo y sentia como el placer me consumia. Despues ella me bajo el jean y yo el suyo, desnudos en ese cuartito complice. Encerrados. Ella se sento encima en el tanque del inodoro y yo me acerque con mucho cuidado y se la meti despacito, habiamos lubricado bastante durante el juego sexual. Cuando me senti dentro suyo, empece a agitarme entre sus piernas delgadas, me sacudi suavemente mientras nos besabamos con una excitaci on que solo nosotros conociamos. Disfrutamos mucho ese momento. Estabamos perdidos y alejados de toda razon. Inconscientes. Pero conscientes de lo bien que la pasabamos.

Luego eso se volvio costumbre. Siempre fue asi: lo haciamos a nuestra manera, a nuestro antojo. A veces con temor y otras sin miedo a nada, entre respiraciones intensas y aceleradas nos susurrabamos de que forma lo queriamos hacer.

El cuartito tiene grandes recuerdos. Nosotros le dimos vida a ese lugar oscuro y vacio. Ahora tiene una historia y conserva un significado especial.

Un dia nos dimos cuenta de que lo estaban remodelando. Nosotros ignorabamos lo que pasaria. Tiempo despues el cuartito permaneceria cerrado, nos lo quitarian para siempre. Ya nunca mas pudimos entrar a ese lugar que nos encantaba. A mi me gustaba entrar alli y hacerle el amor a Camila. Era un lugar diferente, un poco incomodo y frio, pero era nuestro. Nadie nos fastidiaba. Sabiamos aprovechar ese espacio chiquito. Lo convertimos en nuestro rinconcito de amor. Solo ella y yo. Alli conoci su cuerpo y, de alguna manera, descubri que no solo la amaba, sino que tambien la deseaba.

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